Violencia de género en población adolescente. Guía de orientación para la familia – Guía para profesionales de la educación

La violencia de género es un grave problema social recientemente visible debido a la mayor concienciación de las víctimas y de sus familias, a la sensibilización de las instituciones públicas, de los medios de comunicación, de los cuerpos y fuerzas de seguridad y de la sociedad en su conjunto. A pesar de los cambios legislativos habidos en nuestro país para intentar extirpar este tipo de violencia tan enraizada en nuestro entorno cultural, y a pesar de que se está consiguiendo una mayor cota de igualdad entre mujeres y varones (con estrategias y programas para frenar la violencia machista), lo realizado hasta la fecha no parece suficiente para que ésta desaparezca. Y esto puede ser debido a que las causas estructurales sobre las que se sustenta como son la educación sexista, una tradición cultural androcéntrica y la desigualdad por razón de género, siguen existiendo.

El reconocimiento de su gravedad y la necesidad de prevenirla precozmente, ha llevado a intentar detectar cómo son las primeras manifestaciones de la violencia en la adolescencia, encontrando que cuando esa violencia aparece, produce graves consecuencias sobre sus víctimas, tanto a corto como a largo plazo, y que su prematura aparición incrementa el riesgo de sufrir violencia de género en la edad adulta, de ahí la enorme importancia de intervenir lo antes posible con la población adolescente.

El ámbito educativo desempeña un papel esencial en la superación del sexismo y la violencia de género. Por ello, se hace hincapié en la necesidad de intervenir en este escenario como una de las acciones fundamentales para gestionar la violencia que puede aparecer en las relaciones afectivas de los más jóvenes. Hay que tener en cuenta que toda la población debe pasar por el sistema educativo y que la escuela tiene una gran capacidad para impulsar el desarrollo integral de las personas, superando las limitaciones que imponen los estereotipos de género y las conductas sexistas. Sin embargo, llevar a la práctica esta idea no es tarea fácil. No basta con que la escuela no sea sexista, no es suficiente que coeduque, sino que es imprescindible que vaya más allá; debe contrarrestar influencias sociales no igualitarias, erradicando un modelo de relación entre hombres y mujeres basado en el dominio, el control y la sumisión, que tiende a reproducirse de una generación a la siguiente a través de procesos difícilmente manipulables y fuertemente arraigados.

Con estas motivaciones, la Unidad de Igualdad de la Excma. Diputación de Alicante ha editado los materiales Violencia de género en población adolescente. Guía para profesionales de la educación y Violencia de Género en la población adolescente. Guía de orientación para la familia, escritas por Jesús Herranz Bellido, Psicólogo clínico y profesor colaborador en la Universidad de Alicante.

La primera de las guías pretende proporcionar una serie de orientaciones básicas mostrando diversos modelos de buenas prácticas, que puedan ayudar al profesorado que trabaja con chicos y chicas escolarizados en educación secundaria y bachiller (entre 12 y 18 años) en la promoción de la coeducación, en la evitación del sexismo y en la prevención, detección y afrontamiento eficaz de situaciones de la violencia de género que puedan aparecer en la escuela.

La guía dirigida a familias tiene una finalidad tanto informativa como formativa. En ella se ha intentado esbozar una visión panorámica sobre la violencia de género en las relaciones afectivas de nuestros jóvenes, identificando el problema, dando algo de luz sobre las diferentes intersecciones que la configuran y aportando algunas ideas y consejos sobre cómo afrontarlo y qué hacer si, como madres y padres de las víctimas o de los agresores, nos vemos afectados por este problema. Por ello, es fundamental, y se presta mucha atención, a la detección de los primeros indicios de comportamientos abusivos que puedan aparecer entre las y los más jóvenes, a la identificación de las denominada violencia psicológica (que resulta más difícil detectar por quienes la sufren), y a qué hacer para evitar que puedan terminar en formas de violencia de género aún más graves.

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