La violencia de género es un grave problema social recientemente visible debido a la mayor concienciación de las víctimas y de sus familias, a la sensibilización de las instituciones públicas, de los medios de comunicación, de los cuerpos y fuerzas de seguridad y de la sociedad en su conjunto. A pesar de los cambios legislativos habidos en nuestro país para intentar extirpar este tipo de violencia tan enraizada en nuestro entorno cultural, y a pesar de que se está consiguiendo una mayor cota de igualdad entre mujeres y varones (con estrategias y programas para frenar la violencia machista), lo realizado hasta la fecha no parece suficiente para que ésta desaparezca. Y esto puede ser debido a que las causas estructurales sobre las que se sustenta como son la educación sexista, una tradición cultural androcéntrica y la desigualdad por razón de género, siguen existiendo.
El reconocimiento de su gravedad y la necesidad de prevenirla precozmente, ha llevado a intentar detectar cómo son las primeras manifestaciones de la violencia en la adolescencia, encontrando que cuando esa violencia aparece, produce graves consecuencias sobre sus víctimas, tanto a corto como a largo plazo, y que su prematura aparición incrementa el riesgo de sufrir violencia de género en la edad adulta, de ahí la enorme importancia de intervenir lo antes posible con la población adolescente.
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